En la noche del sábado, terminaba otra velada loca de mi suegra con sus amigas chinas maoístas, nivel millenial adolescente en el casino de Póvoa de Varzim cuando me llamó bajo un cabreo sostenido y enardecido agobio. Después de unos sonidos guturales en cantonés que no podía discernir, y al cabo de un minuto mi suegra gritó por el iPhone en inglés “Come pick me up at once.” (venme a recoger en seguida) Para disipar el cabreo que llevaba encima, la calmé indicándole que ya pululaba por la zona y la recogería en unos minutos.

    En el preciso instante que llegue a buscarla, la vi haciendo un montón de aspavientos hacia sus amigas zurderas, las cuales le llamaban magufa, negacionista de ultraderecha en cantonés. Se la veía muy agitada y tan pronto se metió en el asiento del pasajero me empezó a soltar toda esa rabia que había cogido con sus amigas en la maratónica reunión nocturna de blackjack amenizada con discusiones políticas y sanitarias. 


    «¡Venme a buscar de inmediato yerno»

    Mi suegra no solo es una experta en artes marciales sino en medicina tradicional china. Su boticaria Qi Wu era muy popular en Manau entre la élite cantonesa por sus curativos remedios y pócimas. Las amigas le insistieron en que se vacunara y siguiera la medicina convencional occidental, sin embargo mi suegra con la exquisitez y sutileza que le caracterizan procedió a explicarles que la medicina occidental a parte de una milonga es un engaño igual que la teoría del contagio. En primer lugar, la medicina tradicional china no acepta el concepto filosófico de que las enfermedades se contagian sino que la causa de la enfermedad es un desequilibrio de la energía vital, lo que llamamos el Qi-dijo mi suegra. Por tanto no cabe lugar a que nada vivo por muy minúsculo que sea puede atacar a tu cuerpo desde fuera a no ser que fuese un compuesto químico o un veneno. Es, en general, un problema interno del cuerpo. El Ying y el Yang son los que mantienen el balance ácido-alcalino en tu cuerpo y la enfermedad ocurre cuando se altera el flujo del Qi y se produce un desequilibrio del Ying y el Yang.

    «Las enfermedades son un envenenamiento o un desequilibrio de la energía interior nunca vienen de fuera según la medicina tradicional china»

    Es algo cuasi sobrenatural o extraordinario porque mi suegra raramente se pone enferma y nunca ha utilizado la medicina convencional. Ella usa los componentes de la medicina china que comprenden terapias de hierbas, alimentación alcalina (no toma nada ácido incluyendo cebollas  o ajo) ejercicios físicos como el Tai Chi,meditación, acupuntura y algo nuevo que ha introducido para puntuales momentos que ella denomina agua amarilla.

    «La teoría del contagio no solo es dudosa, nunca se ha probado ni incluso ha cumplido los postulados de Koch»

    En la medicina tradicional china, sigue explicando mi suegra con gran elocuencia mientras salimos de Póvoa, la vacunación es considerada como inútil ya que no creen en bichos microscópicos caníbales inmortales que vuelan como gas inerte por todo el planeta. Mientras la medicina occidental se centra en tratar órganos y partes afectadas con medicación tóxica para eliminar los síntomas, la medicina china se centra en el todo y percibe a la persona como la suma de sus partes. Mi suegra dice que la farmafia europea y americana están basadas en el principio de mercantilización no de curación: “paciente curado, cliente perdido”  Otra cosa que me llamó la atención sobre la explicación de mi suegra es que mencionó que nunca ha habido en la historia una pandemia de gatos, perros, leones, jirafas, murciélagos, monos o ratones y esto aplica a todo el espectro del reino animal incluido delfines, tiburones, ballenas, etc. Yo le pregunté : pero ¿Y la gripe aviar, la porcina y las vacas locas o los conejos?, ella respondió : Ves yerno aun tienes mucho que aprender pequeño saltamontes. Todas esas epidemias son producidas por tóxicos que le meten en el pienso a los animales de corral y a veces a producto químicos o filo sanitarios que los conejos u otras especies comen. Y así te cuelan lo del bicho contagioso, pero en verdad esas especies han sido intoxicadas. 

    «Paciente curado, cliente perdido»

    Entre tanto y tanto mientras llegábamos a nuestra guarida me mantuve todo el viaje atento a su explicación con rictus impasible como si yo fuera una figura de cera del Madam Tusseau. Mi suegra pausó durante un rato y reclamó una opinión de todo lo que me estaba contando. Una pregunta urgente y animada por mi parte no tardó durante dicha pausa. Mira suegra-dije tranquilamente, tienes más razón que un santo. De hecho, hay científicos, médicos y otros investigadores que coinciden con este razonamiento. Solo por mencionar unos cuantos como Alfred Gilman, Ralph Scobey, Stefan Lanka, el premio nobel Kary Mullis-inventor del PCR- y la laureada y premio nobel Barbara McClintock que siguen la rama de pensamiento de la medicina tradicional china y ayurvédica entre otras y no creen en la teoría oficial del contagio. 

    En los años 70 el profesor y científico Edward Kass bajo el escrutinio del estudio persistente y controlado desmontó la teoría del contagio y afirmó que nunca se habían cumplido los postulados de Koch para un riguroso aislamiento de un virus o bacteria a nivel microscópico en la universidad de Harvard, culminado en una serie de conferencias didácticas de la Sociedad Estadounidense de Enfermedades Infecciosas. Kass argumentó que los científicos médicos y los cazadores de microbios no eran los que debían ser elogiados por aminorar el flujo de las mal llamadas enfermedades infecciosas como la viruela, la tosferina, la escarlatina o el sarampión. Kass apuntaba que estas habían disminuido notablemente debido a la introducción en la mitad del siglo 19 de mejoras en nutrición, potabilización, calefacción, ejercicio en las escuelas desde chicos, higiene doméstica, y después en el siglo XX tecnología como duchas, alcantarillado sofisticado, aspiradoras, lavadoras etc.

    «El test de PCR que he inventado no sirve para detectar ninguna enfermedad ni te dice si lo que encuentras te va a enfermar o a matar» -Kary Mullis (Premio Nobel 1993)

    Kary mullis premio nobel

    Al instante que terminaba mi última frase entrabamos en el garaje de casa y mi suegra me volvió a preguntar qué opinaba entonces de la psicosis, miedo y temor que tienen los occidentales a los microbios y otras enfermedades de dicha índole. Suavemente repliqué que la mayoría de los occidentales tienen como propósito y amo al señor don dinero, y pasan horas trabajando intentando acumular objetos materiales en vez de acumular conocimiento. Solo el 3% de la población europea lee y la mayoría son novelas y libros teóricos. No saben hacer una casa, hacer fuego, ni pescar ni cazar, ni plantar una planta menos un árbol y no son capaces ni de reparar una bombilla. Como se le puede pedir que sepan que las enfermedades son síndromes tóxicos debidos a la alimentación, el ambiente o la propia medicación que toman. De hecho, la mayoría de los estudios y proyectos de cáncer llevan años investigando que la causa del cáncer y tumores son bichos sean hongos, bacterias o virus, lo cual ha hecho que se pierda el foco de la verdadera causa que es envenenamiento o desequilibrio de la alcalinidad en el cuerpo. El propio nobel de medicina de 1931 ya descubrió que las células y el cuerpo contraían tumores y cánceres debido a la falta de oxigenación de las células y el exceso de acidez producida por tóxicos o estrés. 

    -¡Suegra ya sabes que desde ahora te van a llamar bebelejías negacionista y de ultraderecha! 


    Mi suegra asintió ante tal definitiva declaración y nos apresuramos hacia la cocina que colinda con el garaje con el propósito de darle matarile al resto del tortillón familiar que quedaba del almuerzo antes que los niños volvieran; eso si, sin cebolla y jugosita con huevos de casa, más amarillos que el mismísimo sol.

    «Ninguna enfermedad incluido el cáncer puede sobrevivir en un entorno alcalino» -Otto H. Warburg (Premio Nobel 1931)


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